martes, 13 de febrero de 2018

Libros de Trapisonda















































Una cosa es la ciudad real y otra la que uno crea en su mente, la que a uno le gustaría que fuese, se construye con una mezcla de nostalgia y anhelos.
Durante los años de entreguerras, se gestaron las vanguardias al tiempo que se tendían puentes más allá de las grandes ciudades europeas. De este modo Budapest, no era solo la capital húngara sino que era al mismo tiempo Paris, Berlin, Viena, etc. Así teje los pasajes de esta obra el escritor húngaro, Antal Szerb, con "Budapest, guía para marcianos", no es precisamente una guía, ni de una novela histórica, ni un ensayo, ni una oda, ni tampoco un manual de instrucciones, animamos a los lectores a descubrilo por ellos mismos,

Empieza así...
Un hermoso día, el marciano llegó sano y salvo a Budapest, ocupó una habitación en el Bristol, se cepilló el polvo de estrellas de la ropa y me llamó por teléfono para que, según lo convenido, le enseñara la ciudad.

Estimado Señor Forastero, antes de nada he de rogarle con insistencia que no preste oído ni a los periodistas ni a los eminentes eruditos que le van a decir que el ciudadano de Budapest es de tal o cual guisa. El habitante de Budapest del que ellos hablan es igual a cualquier otro comerciante cuando no tiene dinero, ¿pero a un marciano qué le importa eso? De hecho, ¿qué importancia tienen los habitantes en una ciudad? En París la gente es lo único odioso y sin interés que hay. Yo quiero mostrarle la ciudad pues considero que lo primordial son sus casas. O, tal vez, no tanto sus casas como el erotismo de sus calles que se abrazan, en donde se revela ora su fuerza, ora su gracia, acaso la intensidad del tráfico, la atmósfera en torno a sus plazas y estatuas, incluso los números de autobús encierran oscuras referencias literarias. Usted ya me entiende.


Otro fragmento habla de Józsefváros:
 Todo el barrio se ofrece en alquiler. Sus inquilinos son el futuro de Hungría: estudiantes de Medicina en prácticas, filósofos de espíritu refinado, funcionarios de la Biblioteca Municipal. Por las noches riegan con unas gotas de vino sus calenturientos cerebros a punto de arder en la barra del Adria Hajóban, donde el bullicio es mayor y más espontáneo, el humo más denso y el amor cortesano más dulce que el de Montparnasse. Con el paso del tiempo, todos los inquilinos adquieren renombre. Pero nadie sabe a ciencia cierta quiénes son sus caseros. Dónde se hallan todos los hombres que dejaron semejante turba de viudas y huérfanos. La casera acude si tocan al timbre, sobre la cabeza lleva una redecilla parecida a la bigotera de los tiempos de mi padre, y reprende al inquilino de turno que aún sigue acostado. Con los años todo el cuerpo de la casera se transforma en oído, carece de vida propia, se diluye por completo en la vigilancia de su inquilino, asimismo pierde todo interés en sus propios antepasados, cuyos retratos cuelgan en la habitación, un poco por encima de las flores de papel pero por debajo del trofeo de una gallina real disecada [...]

Como su propio nombre indica, la editorial Libros de Trapisonda pretende abrir tantos frentes como la curiosidad del editor pueda abarcar. Y suscitar esta misma curiosidad en los lectores, llevando hasta sus manos libros singulares, únicos, elaborados, algunos ilustrados, de cuidado diseño y edición. Autores como Józef Wittlin, Blaise Cendrars, Karl Otten, Nikolái Gumiliov, entre otros, nutren el catálogo de esta heterodoxa y joven editorial, a la que Milimbo se dispone acompañar, en el diseño editorial y las ilustraciones de este primer título de su colección Viruta de Boj, ya disponible en nuestra tienda de Esty y también en la página de su distribuidora, Librerantes.



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