lunes, 28 de julio de 2008

Tempus fugit















El Tiempo no tolera que le den palmadas. En cambio, si estuvieras en buenas relaciones con él, haría todo lo que tú quisieras con el reloj. Por ejemplo, supón que
son las nueve de la mañana, justo la hora de empezar las clases, pues no tendrías más que susurrarle al Tiempo tu deseo y el Tiempo en un abrir y cerrar de ojos haría girar las agujas de tu reloj. ¡La una y media! ¡Hora de comer!

«¡Cómo me gustaría que lo fuera ahora!», se dijo la Liebre de Marzo
para sí en un susurro.

- Sería estupendo, desde luego -admitió Alicia, pensativa-. Pero entonces
todavía no tendría hambre, ¿no le parece?

Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll
Cap. VII "Una Merienda de Locos"

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